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sábado, 10 de noviembre de 2012

IV LA NEGACIÓN. IMPACTO FAMILIAR.

A Todas las familias que tuvieron que adaptarse, aunque no supieran cómo.

Como en cualquier cambio, la necesidad de adaptarse a éste determinará la resistencia de quienes tienen que cambiar y por tanto, serán predictores de las posibles interferencias, que en el entorno familiar se produzcan, pues que duda cabe, que una cuando una enfermedad es sufrida por un miembro de la familia, el resto del entorno familiar, también sufre.

Sin embargo, ocurre que en muchas ocasiones el entorno familiar no sabe cómo ha de adaptarse al cambio de la persona afectada y por tanto, en gran cantidad de ocasiones, las reacciones familiares que se producen son inadecuadas y a veces contraproducentes, aunque la intención de dichas reacciones sean las más loables por parte de los familiares y se ejecuten con la mejor de las intenciones, pero claro, no se nace sabiendo de todo.

Así una de las primeras reacciones que se producen cuando nuestro familiar es diagnosticado por enfermedad crónica discapacitante y progresiva, como en el caso de la esclerosis múltiple, es que casi por instinto se tiende a proteger y sobreproteger a quien sufre la enfermedad. Esta sobreprotección, supone, el primer encontronazo con el shock y la negación, pero en este caso, no por quien sufre la enfermedad en primera persona, sino por quienes cohabitan con él o ella. De forma que sobreproteger supone que los familiares y amigos cercanos, de por sí, discapcitan a la persona afectada, sin que esta tenga que estarlo. Es por tanto un primera reacción que no es del todo adecuada y por supuesto entorpece, aunque se haga sin querer, la evolución propia del estado mental del paciente ante la enfermedad. Sobreproteger no es sinónimo de cuidar bien, ni tan siquiera de cuidar. Ambos términos no son compatibles y por tanto no pueden ir de la mano, pues no por proteger cuidamos, y por ende, no por sobrecuidar, protegemos. Esto es difícil de entender cuando media una enfermedad crónica, y no tanto cuando lo hacemos todos los días con nuestros hijos por ejemplo ante su desarrollo evolutivo normalizado, ya que le damos a ellos, la oportunidad o no de equivocarse.

En el caso del familiar que cohabita los estados de shock y negación también surgen pues el procedimiento por el cual impacta el diagnóstico y el estado de enfermedad es similar, aunque las diferencias son importantes matizarlas, pues no conocerlas podría provocar consecuencias difícilmente asimilables que si no se trabajan e identifican pueden, en ocasiones romper la pareja.

De forma que los principales problemas molares, esto es que son o pueden ser causantes de nuevos trastornos y alteraciones, en la pareja afectada son:

  1. Problemas de comunicación emocional. Se pierde la capacidad de comunicarse emocionalmente entre las personas afectadas y sus cuidadores principales, lo que obliga a sobre-actuar, a fingir y aparentar que no pasa nada.
  2. Problemas de pareja. Generadores de problemas de autoestima y pérdida del rol familiar lo que provoca a su vez que el autoconcepto comience a debilitarse. Dentro de los problemas de pareja, la falta de comunicación afectiva, la interferencia de las relaciones sexuales y el enfriamiento del apego por el otro, son los más comunes.
  3. Aislamiento Social.  Consecuencia de la interferencia física de la enfermedad principalmente. Este problema, generador de los trastornos asociados directamente a los trastonos depresivos, se produce principalmente por el afán de esconder, de proteger el diagnóstico todo lo que se pueda, pues aparentemente, y no tiene por qué ser así, comunicar lo que ocurre hace a la persona vulnerable. Pero en el caso del familiar que cohabita, en muy pocas ocasiones se comparte, no la revelación del diagnóstico, sino la interferencia emocional que esté esté provocando en la vida personal y familiar, de forma que ante los amigos y familiares más cercanos, el familiar cuidador, esconde su estado real, y claro la mejor forma de no dar explicaciones a nadie, es no viendo a nadie, poniendo excusas para permanecer en casa y eximirse así de reuniones sociales y familiares, que antes incluso, podrían ser numerosas. Este trastorno será el detonante en la mayoría de las veces, de la petición de ayuda, pues es cuando se observa, y además observan los demás, que algo pasa, entre otras cosas porque el ocio de la pareja se pierde, y hasta que esto no ocurra no se considera la importancia real de lo que supone oxigenarse a través de las relaciones sociales y las redes de apoyo.
  4. Trastornos ansiosos depresivos. Generalmente con mayor componente ansioso que depresivo, aunque pueden venir invertidos. Esta sintomatología puede ser muy diversa, aunque lo más común es:
    • Ansiedad recurrente de carácter cognitiva, ante el estado futuro de enfermedad, y la necesidad de estar y seguir estando para garantizar el cuidado sobre la persona afectada.
    • Trastornos del sueño.
    • Problemas de impulsividad, irritabilidad, irascibilidad e ira.
    • Ansiedad en forma de taquicardias, palpitaciones, opresión en el pecho y sudoración constante.
    • Llanto incontrolado en un principio, es decir que aparece en cualquier situación y que evolucionará a llantos controlados para evitar mostrarse vulnerable.
    • Agotamiento emocional.
    • Trastornos de angustia.
    • Trastonos de ansiedad de naturaleza fóbica.
Todos estos trastornos dejarán huella en el familiar si no es capaz de identificar y asumir dichos estados, no de enmascararlos ni disimularlos, y como se mencionó anteriormente pueden ser generadores de nuevos procesos psicológicos e incluso físicos, de ahí su gran importancia.

De forma que es normal, totalmente normal que el familiar también resulte impactado por el diagnóstico y precise ayuda igual que la persona afectada. Esconder esa necesidad de ayuda retrasará la aparición para un futuro donde el brote del trastorno en cuestión será más impactante si cabe. Y claro, todo esto está al margen del componente afectivo de la pareja, es decir, estas explicaciones no recogen el cariño, el amor, la afectividad que cada pareja y sus familiares se tengan.

En la siguiente entrada, hablaré del complejo sintomático y su interferencia psíquica.

Alberto J. Ruiz Maresca.


Alberto J. Ruiz Maresca. Facebook


Granada a 10 de noviembre de 2012



6 comentarios:

laura dijo...

ME ENCANTA EL BLOG, SIGUE ASI ALBERTO. DA GUSTO LEERTE

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Gracias Laura. Comentarios como este son los que invitan a seguir, y gracias por hacerlo directamente en el blog, eso nos permitirá colocarlo en las primeras opciones de búsqueda, pues como os digo siempre, mi objetivo es hacerlo llegar a cuanta más gente mejor.
Saludos, Alberto.

Anónimo dijo...

Alberto, gracias por esta nueva publicacion. . Personalmente la he encontrado util y realmente vivencial. Podra ayudar mucho a losfamiliares, amigos y relacionaos con las personas no solo con EM,sino como dices cualquier otra enfermedad degeneraativa. Yo lo vivo desde hacen 12 años y gracias a Dios, con las personas mas cercanas hemos ido aprendiendo en el camino. Yo voy a imprimirlo y darlo a leer a quienes estan en situaciones parecidas. Gracias

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Gracias a tí. Que sea útil es lo que realmente voy buscando, pues lo que sí sabemos ante el diagnóstico de enfermedades crónicas, es que se sufre un impacto emocional que no siempre es visto como tal y que desencadena otro tipos de interferencias. Las de esta entrada es sólo el principio.

Nelly Porth dijo...

Vuelvo a agradecerte y esta vez creo que si saldo del anonimato pues creo que ya agarre el truco. Estoy esparciendo tus comeentarios. Gracias otra vez

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Nelly gracias a ti por tu valentía. SuperVivientes representa la valentía de un grupo de personas, que primero sintieron miedo y vergüenza al creerse distintas por un diagnóstico, pero que hoy día sí saben de su propia identidad. Todo empezó con esta frase "la esencia de uno mismo está en creerse uno mismo su propia esencia"
Saludos, Alberto