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viernes, 17 de octubre de 2014

UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN

Gracias a Sergio, por su valentía. 

Un día me dijo. Te juro que me tatuaré una neurona ... Y yo le respondí, por qué no te tatúas una S de supermán, vivir cada día como dices es sólo para gente fuerte y poderosa, quizás los demás no podríamos, pero tú si.
Sergio fue quien diseño el logo de SuperVivientes, lo que nos hace una idea de cómo es ante la adversidad. Quienes lo conocen personalmente, dan fe de la fuerza interior que tiene, fuerza que le ha servido para mucho y que a día de hoy sirve también para muchas otras personas.
Él siempre dice que aprendió de mi frases que jamás se le olvidarán, y yo siempre diré de él que el aprendiz fui yo.

Yo, y mi esclerosis.


Corría 2003, estaba en un gran momento, tanto personal como profesionalmente, todo me iba muy bien y recuerdo que un día al ir a pinchar (en aquellos momentos pinchaba para divertirme ya que mi empresa iba muy bien) note que al andar con la maleta de discos me desequilibraba por el peso, aquello empezó a preocuparme, demás cada día iba notando cosas raras en mi forma de andar y también en mi visión y llegue a pensar que me estaba haciendo viejo de golpe por que el cansancio era constante y muy agudo. 

Me preocupe pero me resistía a pensar que pudiera estar pasándole algo a mi salud. En ningún momento pensé que pudiera pasarme algo malo, achacaba todos esos síntomas a la edad, al tiempo, a otras cosas pero nunca a mi salud. 

Yo, amen de estas cosas, seguía haciendo mi vida. Trabajaba, de hecho mi empresa iba muy bien, trabajaba para la junta de Andalucía en un proyecto de formación para jóvenes de la zona norte de Granada y recuerdo llegar a dar las clases con la mano izquierda muy sucia de ir apoyando en las paredes, algo me pasaba, pero no es que me negara a pensar si no que no imaginaba que me pudiera estar pasando algo, la EM es rara en sus formas y manifestaciones. 

Al poco tiempo ya me costaba horrores salir de casa, cualquier esfuerzo era algo casi imposible y la que entonces era mi mujer, casi me obligo a ir al hospital. Recordaré siempre a una chica la R1 que me dijo: “deberías quedarte ingresado esto puede ser una enfermedad nerviosa” y yo ni corto ni perezoso le dije que me iba, es más me fui. 

Llegue al hospital por mi propio pie, en mi coche y me negaba a aceptar que aquello fuese algo malo, “esto se pasa seguro, pensé” y me fui a casa. Fue Laura, casi llorando la que me convenció para volver y quedarme ingresado para hacerme las pertinentes pruebas. 

De aquel ingreso recuerdo la angustia, tanto fue que me arrisque en el omóplato derecho hasta sangrar, literalmente, no sentía. Notaba en Laura algo raro, ella que hablaba con los médicos y sabia cosas que no me decía, recuerdo uno de los días que la vi llorar y con mi hombro sangrando pensé, aquí pasa algo malo.

Al día siguiente me hicieron la punción lumbar y a los dos días me dijeron que tenia EM. Si tengo que decir la verdad esta noticia a mi no me impacto demasiado, no sabia nada de la EM y pensé, “vale tengo esclerósis ¿y que?” me voy a mi casa ya se me pasara, tonto de mi.

Me dieron el alta con mi diagnóstico y me fui pensando en que tenía algo malo pero que no era tanto, yo tenía una sintomatología moderada al principio. Fue en la fechas posteriores cuando empece a decaer, me pasaba el día tumbado en el sofá me pesaba el cuerpo y el alma. El nistagmus era cada vez más acentuado y mi pierna derecha empezó a pararse, la arrastraba el desequilibrio cada vez era más acentuado y así pase el primer año de mi diagnosticó, maldiciendo mi mala suerte, tenia EM y ya si la estaba notando, me estaba imposibilitando.

En los años siguientes una vez, asimilado todo y aceptado (aceptación y superación) se ve que esto es de manual de psicología, me estanque en mi mal y casi llegue a rendirme pero fue mi hija, mi maravillosa hija la que me hizo reaccionar, ella no se merecía un padre tumbado y llorando todo el día, fue mi apoyo y mi motivación.
Horas de rehabilitación y un psicólogo sumamente profesional y buena persona, me hicieron sentir que podía vivir con EM.

Poco a poco fui creyéndome que sí, que viviría con EM, pero viviría y de manera más que aceptable.
Hubo un momento, después de probar rehabilitación, piscina, ejercicios varios que decidí convertir mi vida en un movimiento de rehabilitación y al día de hoy sigue siendo así, no hago un solo movimiento que no este pensado para ejercitar mil anquilosados músculos, he aprendido a moverme y estar de otra manera, pero estoy y 11 años después de mi diagnostico me encuentro mejor que nunca, tengo una vida plena, hago casi todo lo que quiero y he conseguido que mi EM y yo vivamos en paz, a veces se pone un poco rebelde pero pasa, y sigo, sigo luchando con ella y al día de hoy puedo decir que le voy ganando. Tengo secundaria progresiva, no me medico y hace 2 años no salía de casa sin la silla de ruedas, hoy ando con un solo bastón. Me siento muy bien conmigo mismo porque mi lucha da sus frutos, siento que soy mejor que era y sé que seguiré creciendo.

Hola soy Sergio Cáceres y tengo EM…¿Y que?





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Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
17 de octubre de 2014