Translate/Traduce.

miércoles, 28 de enero de 2015

QUÉ PIENSO YO DE TI.

En las tardes de los jueves, donde el tiempo es para aprender

Muchas veces me miráis a los ojos y me preguntáis como si yo supiese algo más de vosotros que vosotros mismos.

Atravesáis mi mirada intentando adivinar si escondo algo, si me guardo algo por no herir vuestras emociones, que a veces intentan levantarse, otras muchas intentan hundiros y en ocasiones os tienen tocando el cielo.


En esas tardes de lágrimas y pensamientos que desnudan vuestra alma, vuestra mente desea apoderarse de la mía, adivinar lo que está pensando y conocer que pienso yo de todo lo que me habéis contado. 
En esos momentos, dejáis de escuchar, dejáis de estar presentes, sólo os preocupáis por saber qué pienso yo. Esas tardes, de angustia emocional, me cuesta mucho devolveros la tranquilidad del aquí y ahora, tan sólo porque os centráis en mi, y no en vosotros.

Cuando tengas esa duda, pregunta. Pregunta porque sólo así sabrás, y sólo sabiendo dejarás de angustiarte por lo que supones sobre mi y mis pensamientos. Al igual que yo pregunto cuando tengo una duda sobre ti, cuando algo de lo que me has contado me ha dejado intrigado o cuando algo, por intuición y entrenamiento; no cuadra en el sitio que debiera. Ante esas situaciones, yo siempre te pregunto.

Y tú siempre respondes. Intentas responder sinceramente, algo encogida, algo pensativo, como si mi opinión, mi pensamiento ante lo que escucho cambiase drásticamente lo que escuché antes. Tu miedo a veces te delata, tu "qué pensará", a veces habla por ti, y tus silencios ante lo que no deseas contar te exponen ante la siguiente pregunta.

De ti sólo pienso, que tu fuerza, la que he conocido para afrontar de una forma u otra esta enfermedad, es admirable. 
Claro que te conozco. Me has dejado conocerte y claro que puedo anticiparme a tus pensamientos, pues sé como piensas. Claro que sé que sufres y claro que sé por qué esas cosas te hacen sufrir, tú me lo has contado. Claro, claro que sé aquello que te atormenta y nadie más conoce, tú me lo has confiado. Claro que también sé tu mayor secreto, tu íntimo secreto, pues tú me lo has confesado. Claro que sé lo que te hace reír, pues hemos reído juntos, y también sé lo que te hace llorar, pues lo has mostrado ante mi en forma de lágrimas.

Claro que sé todo lo que quieras que sepa de ti, pues eres tú quien me hace saber. Por eso quiero, te pido, que cuando quieras saber qué pienso, preguntes. Pregunta sin miedo a mi respuesta, sin intento de adivinar qué te diré, pues con la misma sinceridad que tu me das, yo te respondo. A veces mi respuesta no te gustará, otras sí. Pero siempre has de creer, que la respuesta que escuches, intenta ayudarte.

De ti pienso, lo que tú me haces pensar. Me haces sentirme orgulloso de ti, pues no te rindes, no cedes, no renuncias, pese a todo, a todos. Tu capacidad de luchar cada segundo del día es admirable, lo es para mi, y estoy seguro que para mucha gente más.

Pero necesito que seas tú quien sienta admiración por sí misma, por sí mismo, quien se sienta orgullosa de sí misma, de sí mismo, pese  a todo. Esto pienso de ti.

Te animo a dejar tu comentario sobre esta entrada.

 Tu comentario puede ayudar a otra persona.

 ¿Quieres enviar tu historia? Aquí



Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
28 de Enero de 2015

lunes, 19 de enero de 2015

QUERIDO SÍNTOMA

No hace mucho, en consulta alguien me dijo: "Me gustaría saber si realmente sabes ponerte en nuestro lugar, o sólo lo parece". 

Era la segunda vez que nos veíamos, la segunda vez que lloraba ante mi, y la segunda vez que asintiendo no sabía como hacer lo que yo le decía, no tenía fuerzas. Hablamos de escribir cómo me pongo o intento ponerme en vuestro lugar, y de hacer una entrada dedicada a ella.


Me gustó el desafío, me van los retos, y quise escribir esta entrada, recopilando mentalmente muchas de las cosas que me decís en el despacho de la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple

Son muchas personas ya y son muchos años también en los que he intentado ponerme en vuestro lugar para intentar haceros ver, lo que al principio os cuesta ver. 

Hace un rato, he hablado contigo para decirte que la entrada se publica hoy, espero que te guste.


A Laura, con todo mi respeto.

Así me he imaginado, cómo empezó todo....


Llegaste a mi un día sin decir nada, tan sólo apareciste. Yo esperaba que, al igual que llegaste, te fueses. A veces ocurría, a veces te ibas durante un tiempo, como el que va a hacer un recado, pero acababas volviendo, tarde en algunas ocasiones.

Mi cabeza, que hasta tu primera visita se preocupaba por lo mismo que se preocupaban las cabezas de mis amigos, empezó a pensar, sin yo quererlo, que había hecho días anteriores para que mi cuerpo se quejase, y tú síntoma, aparecieses.

Entre tanto, tenía que seguir con mi vida, y eso hice. De forma que en ocasiones, mientras estaba con mis amigos, a veces mi cabeza se aislaba porque sentía algo raro en el cuerpo, sí eras tú otra vez. Mis amigos notaban de vez en cuando que me aislaba mentalmente, y cuando me preguntaban que me pasaba, no sabía que responder...

Parece que te gustó mi cuarto, parece que te sentiste cómodo en mi habitación, parece que mi cuerpo fue perfecto para ti, porque desde tu primera visita, no te has ido. Ahí estás alojado en mi pierna, haciendo que a veces la perciba rara, sin fuerzas, como si no obedeciese. A veces parece, que no va al compás de la otra pierna, no la muevo igual, y cuando eso sucede, no sé, no me siento seguro de mi. Prefiero quedarme en el cuarto, escuchando música esperando que se pase, porque se acabará pasando, te acabarás yendo; y yo acabaré saliendo.

Me acostumbré a ti, a la rareza que provocabas en mi pierna, a esa sensación que no puedo describir dos veces de la misma manera, y que cuando se la cuento a alguien, me mira como diciendo "que coño me estás contando". 
Pero aún sigo sin saber por qué has venido y por qué no te vas. Me jode porque empiezas a meterte en mi vida, has empezado a que deje cosas sin hacer y a que falte a cosas que nunca falté, y eso me jode mucho, mucho.

Algún tiempo después.

No sé que has hecho conmigo, no sé por qué me haces esto, no sé por qué me elegiste a mi y no sé por qué no te fuiste. 
Cuando me acostumbré a ti, cuando ya dejé de pensar en ti, me fallaste. Hiciste algo muy feo, hiciste que me cayese. Ya no es una relación entre tu y yo, sino entre muchos más y yo, y eso no lo quiero.

Hoy me han dicho que estoy enfermo, que sufro una enfermedad incurable, que además es para siempre. Ahora sé por qué viniste, pero sigo sin saber por qué yo, por qué mi cuerpo, por qué a mi. 
Recuerdo cuando empecé a notarte, como empecé a sentir tu extrañeza como empezó todo... como oolvidarlo... 

Hoy te escribo para despedirme de ti. Ya sé que haces aquí, que haces en mi, pero singo sin comprender por qué yo, por qué a mi. De todas formas, ahora que ya tengo una respuesta, la que necesitaba hace algún tiempo, dejaré de pensar en ti. Dejaré de sentir si estás o no estás y centraré todas mis fuerzas en creer.

En creer en la esperanza de que algún día esta enfermedad que me han dicho que tengo, deje de existir. En creer en la esperanza de que algún día, yo pese a todo, esté por encima de ti. De creer en la esperanza de que todo lo que me has quitado vuelva a recuperarlo. Ahora estoy aprendido a reencontrarme, pues a pesar de todo, no creas que lograrás cambiarme, vencerme. 
Esperanza algo en lo que tengo que creer sí, pero ahora mismo, he de aprender en creer en mi mismo, y tú no estás invitada.

Estas son mis últimas líneas para ti, querido síntoma, querida enfermedad, por que desde hoy he decidido sólo escribir para mi y por mi.




Te animo a dejar tu comentario sobre esta entrada.

 Tu comentario puede ayudar a otra persona.

 ¿Quieres enviar tu historia? Aquí



Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
19 de Enero de 2015

miércoles, 7 de enero de 2015

CREE EN TI POR ENCIMA DE TODAS LA COSAS.


Cuando os hablo de creer en uno mismo, en una misma, no os hablo de perfección, sino de todo lo contrario, de conocer bien vuestras imperfecciones, porque son ellas las que os generarán el poder suficiente para avanzar, para no rendirse.


A veces creemos que no creemos en nosotras mismas, en nosotros mismos, porque sólo intentamos ver aquello que nos genera seguridad, confianza, optimismo, autoestima, sabernos inteligentes, etc. En definitiva atributos que generalmente están asociados a connotaciones positivas en las personas. De forma que muchas veces, ser buena persona parece ser suficiente para estar tranquilos y tener la conciencia en paz.

Nuestras virtudes, nuestra seguridad, nuestra autoconfianza, nuestra autoestima, todas nuestras "atribuciones positivas" no son suficientes, aún teniéndolas todas, para que acabes creyendo en ti. El motivo es que una sóla inseguridad, una pizca de pesimismo, de falta de autoestima, o de desconfianza, siembra tal pánico sobre tu persona, que todo tu locus de control se esfuma sin más, cuando hace unos segundos, era tu gran baluarte. 

Hemos crecido, aprendido, sido educados; bajo un modelo social de competencia, es mejor quien más, pero dicho modelo deja al descubierto todas nuestras carencias, pues se basa continuamente en la necesidad de competir con otras personas, con otros adversarios, y a veces con uno mismo. Cuando compites, está siempre presente la necesidad de autoafirmación basada en lo que los psicólogos llamamos el referente comparativo, que no es otra cosa que buscar en ti algo que puedas comparar con otras personas, y a veces como digo, la autocomparación está presente, (yo antes era...)

De forma que este modelo es como una apuesta donde lo juegas todo, todo lo que tienes, porque estás seguro de ti, seguro de todas aquellas atribuciones positivas que crees que te conducen al éxito, al logro y a ser más que o quien, es entonces cuando es preciso recordar que las comparaciones...

El referente comparativo es un gran error, compararte es un gran error, porque en el azar siempre puedes perder. Es entonces cuando surge, pese a todo lo bueno que hay en ti, la duda, la incertidumbre, el pesimismo, la inseguridad, la fata de confianza, etc.

Por tanto, basar tu propia creencia en todo lo bueno que tienes, cuando menos es un riesgo, un valor inestable y por qué no, una apuesta difícil de ganar, tan sólo porque lo bueno, a veces lo puedes perder.

Por lo tanto tenemos que girar nuestra creencia a un objetivo diferente. Eres consciente de todo lo bueno que hay en ti, de todas tus atribuciones positivas, de tus habilidades, aptitudes, inteligencias, adaptaciones etc... ¿Pero que sabes de todas tus imperfecciones, de tus miedos, de tus inseguridades, temores, etc.

Para que puedas creer en ti, es necesario conocerte, no compararte.

La sugerencia de cambio que os propongo, se basa en el autoconocimiento como la estrategia y herramienta perfecta para creer en una misma, en uno mismo. Pero conocerse bien no es fácil, porque implica muchas veces poner encima de la mesa, justo ante ti, todo aquello que a veces has intentado borrar en tu corta o larga historia de vida, por ejemplo; el día de tu diagnóstico de enfermedad, de tu primera ruptura, de algo de lo que en definitiva crees que te debilita.

El autococimeinto de sí mismo como estrategia supone enfocar todos tus objetivos basados en las expectativas reales y tangibles, no en idealizaciones, en ilusiones o en esperanzas que tan sólo alimentan el ansia por un mañana que no sabesmos si llegará. La estrategia está inventada desde hace ya años, y te sitúa justo aquí, y justo ahora, mañana ya veremos.

El autoconocimiento como herramienta supone que en toda tú, que en todo tú, está todo lo necesario para lograr la solución a tu aquí y ahora. No se trata de la gran solución , sino de una solución humilde que te hace superar un problema, una situación, una adversidad, una decisión tal vez trivial, común, aquellas cosas que defines como sin importancia. Recuerda que tu vida está llena de pequeñas cosas sin importancias. Y o olvides que todas las lograste tú.

Pero poder generar soluciones por ti misma, por ti mismo, implica a su vez conocer bien todas tus opciones, alternativas, etc. Algo así como  ante la fatiga, descanso o ejercicio, pero no desconsuelo, rabia, frustración... y además ahora, no después.

Para que puedas creer en ti, tú debilidad te hace fuerte, tan sólo por superarla. Esconderla es la gran debilidad porque supone compararte.

El gran reto es conocer y aprender de todas las imperfecciones que tenemos, que no son pocas. Tal vez la primera y más importante sea tener que sentirnos, vernos o creernos capaces de todo, perfectos ante todo, ante todos. Sin embargo suele ocurrir que realmente la gran imperfección es la creencia asumida que tenemos asociada al NO. Creer que no podemos, no sólo limita tu mente, sino que limita tu vida. Pregúntate siempre antes de decirte NO, si puedes. El mejor siempre gana. Pero el más persistente siempre es el rival a batir.

Una imperfección no es más que una parte de aquello que has de trabajar para hacerla lo menos imperfecta posible, que no perfecta. De forma que has de contar siempre con tus imperfecciones, pues te definen realmente como eres. Son tus carencias, y tu conocimiento sobre las mismas lo que hacen que des lo mejor de ti cada día para adaptarte a cada situación, problema, decisión etc.

Y por carencias o imperfecciones no has de pensar en las que la enfermedad haya traído, sino en las que ya traías tú antes de la enfermedad. De eso estoy hablando, porque la habilidad que tengas en reducirlas para adaptarte a tu día a día, generará en ti, esta vez sí, autoafirmación. Y claro ¿cómo es posible que aprendamos a creer en nosotros mismos partiendo de todas nuestras imperfecciones? La respuesta yo la veo obvia, porque nadie es perfecto. Pero si esta no te sirve porque cree más en sí mismo quien pese a sus carencias e imperfcciones (físicas, emocionales, psíquicas, sociales) no se rinde que aquella persona que intenta no tenerlas.

De forma que nos sorprendemos con hazañas de otras personas por que lograron cosas que perecían imposibles hacer. Soñamos con cosas que creemos que nos llegarán, nos ilusionamos con esperanzas que aún no conocemos y nos sentimos seguros con todo lo bueno que tenemos, que es lo mismo que decir que nos sentimos inseguros con todo lo malo (imperfecciones) que sabemos que tenemos y no mostramos.

Y mientras tanto, todo tu esfuerzo todo lo bueno que hay en ti para aprender de todas tus carencias pasa desapercibido tan sólo por fijarte en los demás y no en ti. 
No olvides que lo que representas como persona se basa en lo que significas como tal. Es necesario que des significado a tu esfuerzo diario, por pequeño y ridículo que pueda ser, es tuyo y tú lo has hecho, y ese es el valor del que te estoy hablando. Aprende tan sólo a dar significado sin calificarte por ello, o tal vez sin descalificarte, de forma que cuando hagas algo que creías que no podías, el valor es haberlo hecho, no si era fácil o difícil, importante o intrascendente... 

Es necesario creer en una misma, en uno mismo, como necesario es creer en los demás. Sin embargo, los demás no creerán en ti, mientras tú no creas en ti misma, en ti mismo, y se conformarán con que tú creas en ellos.

Hoy quise escribir sobre esto porque salí a correr y pensé: "nunca he llegado allí, ¿podré? Y pude, no porque lo supiese, sino porque creía que no podría llegar".



Te animo a dejar tu comentario sobre esta entrada.
 Tu comentario puede ayudar a otra persona.
 ¿Quieres enviar tu historia? Aquí



Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
7 de Enero de 2015

viernes, 2 de enero de 2015

LA SILLA DE PEPE


A Pepe que tan sólo quiere unir personas con una causa común.

La temida silla de Pepe, no es más que eso, una silla. 

A veces nos fijamos más en lo que sobresale, aún siendo secundario, que en lo que realmente representa la esencia, lo real, lo concreto y lo vital, la persona.

La Silla de Pepe no es mas que una queja en voz alta que hago por una polémica que ocurrió hace ya un par de meses sobre las fotos y comentarios que una persona hacía desde su realidad, sobre su proceso de enfermedad.

Sabéis de sobra, porque se os ha dicho por muchas personas, afectadas, profesionales, etc, que la esclerosis múltiple ha sido definida como una enfermedad diferente para cada una de las personas que la sufre, lo que en ocasiones ha sido la causa para llamarla la "enfermedad de las mil caras" este apelativo le fue otorgado por sus datos de prevalencia, 1 de cada 1000.

Pero si nos fijamos en las características de la enfermedad, quienes la sufren pasan desapercibidos ante ella. De forma que si cada persona por sí misma, la vida en sí ya es diferente, para cada persona diagnosticada de esclerosis múltiple, su proceso enfermedad también lo es.
La pregunta sería ¿entonces qué tienen en común las personas diagnosticadas de esclerosis múltiple?. La respuesta es obvia, la enfermedad. Pero tan obvia es que se nos pasa por alto, que la forma en la que esta afecta es diferente para cada persona diagnosticada y por supuesto, la forma de afrontarla de cada persona también lo es. Generalizar como todo en la vida, suele llevar a error.

Pepe no ha tenido más remedio, o ha podido elegir, ni su enfermedad ni su forma de afectación sintomática y la silla, la tan temida silla de ruedas en la que se desplaza no es mas que un instrumento útil que le facilita la vida y que no olvidemos nunca, le da calidad de vida.

No oolvidéis nunca que la Silla de Pepe, es una silla, Pepe es una persona. Y por ser de Pepe, no es vuestra, y puede que nunca llegue a serlo, o no. De forma que concebir la enfermedad como una forma irremediable de terminar sentado en una silla de ruedas, cuando aún puedes andar, no es la mejor forma de hacerlo, pues aún pudiendo moverte y valerte por ti, te fijas en la inmovilidad de los demás.

Nos pasa a todas y todos, nos fijamos más en aquello que tememos que en lo que tenemos, que no es lo mismo.

De forma que doy las gracias a Pepe por la naturalidad con la que vive, y expresa todos los días sus ideas, sentado o de pie, porque en lo que yo me fijo es en Pepe y en lo que representa.


Te animo a dejar tu comentario sobre esta entrada.
 Tu comentario puede ayudar a otra persona.
 ¿Quieres enviar tu historia? Aquí



Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo General Sanitario
NICA 24045 AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
2 de Enero de 2015