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viernes, 17 de marzo de 2017

CUANDO EL MIEDO CAMBIA DE ASPECTO PARA QUE SIGAMOS TEMIÉNDOLE

Empieza a ser habitual encontrarme en la consulta de atención psicológica de la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple  o en el correo en formas de mensajes y dudas, preguntas que ancladas en la incertidumbre del futuro, necesitan por parte de la persona que las formula, una respuesta.

Y en esa incertidumbre, el miedo futuro al estado de la persona, sigue siendo el "Gran Miedo". Sin embargo yo he obervado un cambio, una forma de mutación en ese miedo, que me hizo reflexionar anoche, cuando más cansado estaba, y escribir sobre esto. Es muy posible que aquello que os voy a contar, no os suceda, pero también es posible que sí.


La Mutación de Nuestros Miedos

imagen extraída de https://www.marketingdirecto.com 

Ya hemos definido en varías entradas que el Miedo es en sí una emoción que todos sentimos respecto a algo. Por tanto, que la persona, afectada o no, sienta miedo, es algo normal y lógico.

En las personas afectadas por esclerosis múltiple el miedo, de una forma u otra se sintió desde el momento del diangóstico de la enfermedad, tal vez sólo por desconocer qué era ese término y qué implicaba. Aún más desde el momento en que la persona pasa prueba tras prueba bajo la idea de descartar algo, mientras que lo que realmente se intentaba era buscar algo concreto y diferencial.

De forma que el Miedo, como emoción ha estado presente en todas las fases del proceso de enfermedad, de una forma u otra, con una intensidad u otra, con unos mecanismos de afrontamiento u otros. El Miedo siempre ha estado ahí, como situado en un horizonte, en algo que sabemos que existe, que nuestra vista no alcanza a ver, pero que está ahí, al final de todo.

El primer gran miedo después del diagnóstico es conocer qué es lo que se diagnostica y su primera forma de sentirlo es la que se extrae de la búsqueda autodidacta para saber qué es esclerosis múltiple. Pero también puede ser los calificativos que acompañan al nombre de la enfermedad, crónica y progresiva. Incurable por el momento. El Miedo estaba ahí, presente.

Incluso en el conocimiento que tengas por conocer a alguien esta situación y tu imagen sobre cómo se encuentra y la pregunta de si ¿estaré yo así algún día? De forma que cuando el miedo invade el Ser de la persona afectada, la mente empieza a reaccionar, a veces con procesos de negación que ya describí en su día y que no voy a repetir, y que no olvidemos puede afectar también al ámbito familiar.

De forma que cuando la mente se encuentra carente de recursos para afrontar toda esta nueva realidad, se deprime y se vuelve ansiosa por no poder controlar aquello que hasta ahora tenía perfectamente controlado, su vida. Yo me esfuerzo como profesional en comunicarle a las personas para las que trabajo, que es totalmente normal pasar por esto después de un diagnóstico de tal magnitud, pero que tendrá que trabajar para salir de un estado que sí es controlable. Inmediatamente el miedo cambia y se torna en angustia tras la primera prescripción médica de un tratamiento, de sus efectos secundarios y de la aparición persistente de los primeros síntomas y tal vez del brote en el tipo de emrr. Muchas cosas para que la mente pueda ser fuerte ante tanta incertidumbre, preocupación y preguntas sin responder. Muchas.

Así, el pensamiento proyectado de la persona genera su gran miedo en algo, que desconoce si ocurrirá pero que no puede dejar de pensar, sentarse en una silla de ruedas. Ese pensamiento preocupante y persistente, también genera la primera reacción ante la adversidad de la persona en su proceso de enfermedad, y se comienzan a generar las primeras conductas de autocuidado. La mente despierta de su letargo. Es como si la persona pensase "tengo que hacer todo lo que sea para que esto no llegue"

Sin embargo, los tratamientos farmacológicos, han evolucionado, y con ello se está apreciendo una disminución leve del proceso de discapacidad que la enfermedad está generando. Eso no quita, que los inyectables sigan siendo molestos, endureciendo el cuerpo y generando esas callosidades que hacen que cada vez haya menos lugares en el cuerpo para pincharse. O qué la tolerancia al tratamiento se rompa y haya que variarlo justo cuando los brotes desaparecieron, o qué el virus JC de positivo. O qué el fármaco oral, más cómodo lleve poco tiempo. Pese a estas incertidumbres, desde la cognición de la persona afectada, observo que su Gran Miedo ha cambiado, ha mutado como si de un virus gripal se tratase.

De forma que se ha pasado de temer a quedarse en una silla de ruedas por la discapacidad a temer que el final de la vida de la persona afectada será postrada en una cama, sin apenas autonomía y en soledad. Y esta mutación del miedo basado en la incertidumbre, no lo he escuchado una vez, no, es ya rutinario. La pregunta es ¿por qué cambia el Gran Miedo?

La incertidumbre sobre un futuro incierto y desconocido, hace que aquello que en un principio supuso miedo (la silla de ruedas) se racionalice emocionalmente desde la experiencia vital. Esto significa que la persona analiza desde que fue diagnosticada hasta hoy día, y que su progresión en la enfermedad no ha supuesto claves de miedo como para temer sentarse en una silla de ruedas. ¿Entonces por qué seguir temiendo?

Porque inevitablemente se precisa tenerlo todo bajo cierto control que nos permita tener una capacidad de reacción. Temer a quedarse postrado significa muchas cosas. Una es clave. Si este miedo se confirmase, estaría sola definitivamente. De forma que esa pérdida funcional que la persona proyecta en su pensamiento más temeroso, dramático y futurista, no es más que el miedo más atroz que tenemos todas las personas, La Soledad.



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#contralaesclerosishazteoir


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Autor del Blog y de la entrada.
Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo General Sanitario
NICA 24045 Nº Col AO 04033.
AGDEM
Granada, España.

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