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miércoles, 12 de abril de 2017

LA HIPOCONDRIA. UN TRASTORNO ASOCIADO TRAS EL DIAGNÓSTICO DE ESCLEROSIS MÚLTIPLE

Las personas afectadas por esclerosis múltiple pueden presentar, en ocasiones, trastornos asociados al padecimiento de su proceso de enferemedad. Esto es, que sólo por ser diagnosticadas de esta enfermedad, esclerosis múltiple, es muy posible y probable que desarrollen otros trastornos del espectro psicológico, que tal vez, no hubieran sufrido nunca. Los más comunes, o al menos los más conocidos, son los trastornos de Ansiedad y Los Trastornos del Estado de Ánimo, La Depresión.

Sin embargo, existe un problema asociado también a los trastornos de la ansiedad, que están cada vez más presentes, y que nos expresan sobre todo, madres jóvenes afectadas por esclerosis múltiple, independientemente de su tipología, La Hipocondría.

Y si tuviera...

La Hipocondría es un trastorno que se nutre de la mala gestión mental y emocional que la persona hace de la incertidumbre y que se asocia o puede
Imagen extraída de La Mente es Maravillosa
estar asociada a la experiencia previa como antecedente o desencadenante, de una enfermedad de naturaleza orgánica, sobre la que la persona no tiene control sintomático sobre su proceso de enfermedad, o si lo tiene es muy escaso o débil. 
La esclerosis múltiple es una enfermedad propicia para aprender a ser hipocondríaco sin que la persona quiera serlo y sobre todo sin necesidad de aprenderlo, es decir, el aprendizaje no se basa en sí en cómo ser hiponcondríaco, sino que se basa en intentar gestionar y controlar el proceso de enfermedad que se deriva de los aspectos generadores de incertidumbre, y la esclerosis múltiple tiene muchos aspectos que pueden influir en la incertidumbre y por tanto en su génesis y mantenimiento.

Por tanto, identificamos el origen de la hipocondría como un pensamiento, preocupante y muy persistente que además de aparecer sin querer pensar en él, es generador de un gran malestar interno, que provoca que la persona se descompense emocionalmente por un miedo de alta intensidad, incontrolable y de naturaleza catastrófica y tremendista, el pánico. Este tipo de pensamientos persistentes llenos de incertidumbre pueden ser identificados bajo determinadas "coletillas semánticas" como por ejemplo (y si..., seguro que..., qué pasaría si...)

En este momento hay que dejar claro, que el sufrimiento que vive la persona bajo un cuadro psicológico hipocondríaco es real. La persona puede vivenciar cada síntoma temido, sin embargo la causa que atribuye bajo el miedo a la aparición del síntoma, es irreal.

¿Por qué es más común en las mujeres afectadas por esclerosis múltiple? 

 Sabemos que la esclerosis múltiple como enfermedad afecta más a las mujeres que a los hombres, en número de diagnósticos, porque parece comportarse más severamente en hombres que en mujeres. También sabemos que no hay a día de hoy, información clara, basada en la evidencia científica que determine que la enfermedad es hereditaria. Sabemos también que existen información que vincula la aparición de la enfermedad a otras causas como los herpes labiales, la varicela, etc causas que son consideradas en ocasiones y de forma única por las madres afectadas como causas determinantes, es decir como si fueran el origen de todo. Sabemos, que hoy día no tenemos control sintomático completo sobre la enfermedad y que la capacidad de predecir el curso y pronóstico, la aparición de los brotes o la intensidad percibida de los síntomas no esa bajo control de la persona afectada. Por tanto, sabemos y podemos concluir, que pese a cómo sea nuestro estado físico y mental, la esclerosis múltiple, es en sí una fuente de incertidumbre y miedos proyectados sobre el futuro y el estado de la persona en ese futuro, es por tanto como digo un generador de esas coletillas semánticas del y si...

Pero de las mujeres también sabemos que gestionan mejor que los hombres el componente emocional, se expresan mejor y tienen menos miedo a identificar aquellas cosas que les preocupan. Los hombres intentan solucionar sus temores, al menos al principio, por ellos mismos, sin implicar a nadie más. Esto me hace suponer que la enfermedad hipocondríaca, que también se da en el hombre afectado por la enfermedad, es menos reconocida y revelada al profesional de salud y como no, a su entorno más cercano, bajo la idea de (no estoy loco).
De forma que podemos argumentar, que tanto mujeres como hombres, son susceptibles de padecer hipocondría, siempre y cuando tengan un miedo muy intenso, casi irracional a la muerte, al sufrimiento y al dolor asociado a enfermedades orgánicas. A esto le añadimos, un exceso de responsabilidad sobre los suyos. En esclerosis múltiple está siendo más frecuente en mujeres porque expresan mejor estos miedos que los hombres

La pregunta es, ¿qué factores son los que influyen para que el miedo genere hipocondría? 
El círculo vicioso de la conducta hipocondríaca



 Desde el diagnóstico de la enfermedad crónica y progresiva, la persona afectada ha tenido una necesidad imperante de adelantarse al curso de su proceso de enfermedad, es decir de controlar la evolución de la misma, y todo lo que intentan hacer tiene ese único objetivo, evitar en la medida de sus posibilidades, la temida progresión física y la repercusión emocional que esta genera en el aspecto simbólico de la psique, es decir la imagen que se construye la persona de cómo cree que estará en un futuro. Esa necesidad de anticiparse hace que la persona afectada, haciendo todo lo posible por ella misma, intente controlar cualquier variable que pueda repercutir en su proceso de enfermedad. 

Controlar todo lo externo e interno obliga a la persona a ejercer un umbral de vigilancia mental y física sobre sí misma, cuando menos, agotador. El objetivo de tanto control no es otro que aprender a gestionar la incertidumbre y el miedo. Pero cuando este control se rompe por alguna preocupación, un síntoma, un proceso febril, taquicardia, sensación de ahogo intensa; algo en definitiva que la persona no había tenido en cuenta, todo el sistema de vigilancia que había generado cierta estabilidad se rompe. Así surge la preocupación persistente, un miedo que escapa al control de la persona afectada y que por escapar, no puede predecirse, ni qué causará ni cómo controlarlo y hacerlo desaparecer. De esa forma la persona empieza a percibir esa sensación incontrolable, la mente principal recurso no sabe enfrentarse a ese nuevo miedo, ni a la intensidad que está provocando, aunque la sensación percibida sea conocida.

Así cuando la persona comprueba que lo que está pasando escapa a su control, pide ayuda, generalmente a su profesional más cercano de confianza, a veces incluso a un dispositivo de urgencias, que con un diagnóstico ayudan a la persona a generar el nuevo control que había perdido. "No es nada grave, es tan sólo..." En ese momento la persona se tranquiliza baja una falsa seguridad es como si se dijese a sí misma "tranquila lo que tú no supiste controlar no es grave, te han dicho que es...." Pero esa sensación de seguridad es muy fluctuante y débil y la persona estará mentalmente pendiente de los síntomas que rompieron su estado de certidumbre y control. Y claro, focalizar la mente en algo, hará que tarde o temprano aparezca, tal vez incluso más debilitado que antes, pero aparecerá. Es así como la persona duda, de que lo que ella tiene, y lo que le han dicho que tiene, son dos cosas diferentes. En ese momento, necesita otra comprobación que a veces se establece yendo a un médico especialista de pago, o tan sólo buscando desde el ordenador de casa o la tablet en el sofá, sus síntomas. Cuando la solución es la primera la persona viajará nuevamente al circulo llamado "falsa seguridad". Pero cuando la solución adoptada es la segunda, la persona irá directamente al "nuevo miedo" que puede que no sea el que originó la primera vuelta a este círculo. Es entonces cuando la persona nos dice, "estoy convencida de que algo me pasa, y no saben lo que es" Cuánta incertidumbre nueva, a un proceso de enfermedad que ya genera mucha incertidumbre.

Las personas que están bajo la influencia de este proceso psicológico, intentan no ir en exceso a los profesionales de la salud por miedo a que sean diagnosticados de aquello que temen, alguna enfermad. Suelen programar sus períodos vacacionales buscando cerca un centro sanitario por si... ejerciendo así un falso control sobre la incertidumbre. Aprenden de Medicina términos diagnósticos (de difícil pronunciación y complejos) que comienzan a asimilar con síntomas que perciben y se hacen conocedores de la farmacoterapia asociada a los mismo. Todo esto lo hacen a través del uso de las Redes Sociales, sin verificar en ocasiones la procedencia de la información y su veracidad, y sí basándose en foros de respuestas de personas con idéntica situaciones o similares. Y cómo el miedo precisa control, para no sentirlo, identificarse con lo que se lee aunque no te esté ocurriendo, es la auténtica raíz de este problema. Y todo lo que sufren psicológica y emocionalmente por toda las sensaciones que experimentan físicamente, no las comparten con nadie, o con casi nadie. 

Así es cómo el proceso llamado Hipocondría Digital o cibercondria, (necesidad de autodiagnosticarse mediante las redes para generar control sobre el miedo), agrava un problema psicológico. 

Para intentar amortiguar todo este proceso de miedo, la persona adopta, en ocasiones, decisiones que no comentan a sus especialistas y que no son del todo beneficiosas para ella o para él. Abandonan en ocasiones los tratamientos prescritos, y adoptan otros bajo la suposición de ser naturales, o incluso no adoptan ninguno, por haber leído en la red, documentación sobre la nocividad de los tratamientos médicos en el organismo, su supuesto interés exclusivamente materialista, etc. haciendo de la duda, su propia certeza, es decir, dudando de todo lo que hasta ahora pudiera generar algo de control basan su nueva realidad "hipocondríaca"

Y qué es la Hipcondría Proyectada.

Es el proceso que la persona afectada elabora no sobre sí misma, sino sobre los suyos. En el mundo de la enfermedades crónicas, suele ser común que las madres, y los padres deseen que los suyos, sus hijas o hijos crezcan sin su proceso de enfermedad, cuando esta genera como en el caso de la esclerosis múltiple "dudas" sobre si es o no hereditaria.

La Hipocondría Proyectada se basa en el miedo que principalmente elaboran las madres asociado a que los síntomas que ellas vivieron antes de ser diagnosticadas, o los que conocen post diagnóstico, aparezcan en sus hijas e hijos. Es por tanto el miedo anticipado a que sus niñas o niños padezcan su misma enfermedad, dado que no hay evidencia excluyente sobre que no sea genéticamente hereditaria. 

De esta forma, los herpes labiales, los dolores musculares en las extremidades, algún problema de visión, por ejemplo, son signos de alarma que hacen a los adultos diagnosticados por la enfermedad, estar especialmente vigilantes, no sobre la salud de sus hijos, sino sobre sus posibles enfermedades. Además para amortiguar todo este proceso de culpa irreal y anticipada por si "mi hija o hijo pudiera tener lo que yo" la persona también hace todo lo posible, todo lo que esté bajo su responsabilidad para evitar que todas sus sospechas puedan ser ciertas. Ese exceso de responsabilidad vuelve a repercutir en la hipocondría como trastorno en la persona adulta, que se preocupa excesivamente desde el miedo, para intentar estar bien y así poder asegurar el estado de bienestar de los suyos, especialmente de sus hijas e hijos.

Cómo empezar a tratar la Hipocondría.

Es muy importante tratarla desde el principio, porque de no hacerlo, el complejo mundo de la #Ansiedad mutará. De forma que podemos cambiar de un trastorno hipocondríaco un trastorno obsesivo compulsivo, donde la conducta compulsiva se tendrá que ejecutar cuando la persona crea obsesivamente que el control se ha perdido, sufriendo tantísima angustia y ansiedad por ello, que repetirá tantas veces la conducta para gestionar mentalmente esa falta de control, de incertidumbre al fin y al cabo. Pero esto será otra historia, otra entrada.

 

 

 

 

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Autor del Blog 

Alberto José Ruiz Maresca
Psicólogo General Sanitario.
AGDEM
ajruizmaresca@gmail.com
agdempsico@gmail.com
Granada, España.  





martes, 11 de abril de 2017

NADIE QUIERE JUGUETES ROTOS.



"Amé y quiero amar, pero dudo que me amen o quieran amarme. Cuanto amor desperdiciado en una frase y cuánto amor por dar y recibir sacrificado. Creo que será algo a lo que nunca llegaré y también creo que si llego, algún día lo perderé, pues no estoy segura que alguien me quiera sabiendo lo que puede pasarme" "por qué se casa conmigo si sabe cómo estoy" "Necesito saber que me quiere de verdad y que no está conmigo por pena" "Sé que me quiere, pero no sé si es feliz conmigo" "Nos queremos, al menos nos tenemos cariño y nos respetamos, pero no sé si esto durará, es duro vivir así"

Todas estas frases son literales de personas afectadas por esclerosis múltiple, a las que no cito ni tan siquiera con iníciales. Frases que recogen la necesidad y el miedo de amar y sentirse amadas y que la enfermedad ha hecho creer que su amor les convierte en un "juguete roto" como dijo Alicia Merino en respuesta a un twit. que me hizo pensar. Este es el resultado.

Y
 todos tarde o temprano, algún día, seremos un juguete roto. 

Al menos esta es la única conclusión inamovible a la que todos podemos llegar. Todos algún día veremos cómo se rompe nuestro propio juguete o cómo rompemos nuestro propio juguete. De forma que por nosotros mismos de forma fortuita, o por motivos ajenos a nosotros mismos y accidentales, algún día nos romperemos.

Toda la vida por delante significa mucho más que una frase. Vivimos para lograr un desarrollo como personas, en función de un proyecto vital que orientamos hacia la consecución de un objetivo casi trascendental, y que culturalmente nos ha sido impuesto bajo el supuesto estado de realización personal. Sed felices se ha convertido en un deseo y meta al que llegar, sacrificando en ocasiones, el estado actual respecto al estado idealizado que buscamos.

Y se tiene mucho tiempo en la vida, a través de sus diferentes fases y etapas evolutivas que nos sirven no sólo para crecer, sino también para ir preparándonos emocionalmente, donde cada uno de nosotros experimentamos de una forma u otra momentos de felicidad y también de infelicidad. Pero esta Sociedad nos ha preparado para vivir y no para enfermar, y mucho menos para morir. Nos educan en el concepto de salud más arcaico, el que se definía como ausencia de enfermedad, y o estás sano, o eres un juguete roto.
 Y justo cuando la madurez psíquica y física forma parte de nosotros, la felicidad que hemos ido consumiendo en los días que hemos ido vivido, y sobre la que hemos construido nuestros propios y legítimos sueños, se rompe sin avisar, sin tiempo para reaccionar, sin tiempo para asimilar la idea tan sólo de enfermedad, sin entrar a clasificar y conocer qué enfermedad es. Se pasa de la idealizada salud y estado de felicidad con un chasquido a un estado de enfermedad y ruptura de la misma. De ser el mejor de los juguetes a ser un juguete roto.

Y soñamos con trabajar, con formar una pareja estable o una familia, con la maternidad y la paternidad, con lograr el desarrollo personal que hemos imaginado cientos de veces en nuestros sueños, en los momentos de vida en los que fuimos consumiendo nuestra felicidad sin miedos y sin riesgos, cuando todo estaba al alcance de la palma de tu mano, soñábamos.

El amor, es un claro ejemplo de ruptura tras la propia ruptura del estado de salud. De sabernos queridos y amados, de querernos a nosotros mismos, de gustarnos y gustar, pasamos en ese chasquido de dedos a dudar de todos los que nos aman intimamente e incluso de si nos amamos o amamos la imagen de salud que se mantiene en nuestro recuerdo del pasado. De forma que desde la enfermedad, desde la persona afectada, el amor se contempla como un sacrificio que se hace hacia ellas, hacia la persona afectada, incluso desde la propia persona a sí misma. 

Sin embargo, ¿sacrificarías tu propio amor por la persona a la que decidiste amar en una circunstancia inversa a la que vives? ¿Amarías a tu ser amado estando afectado de alguna enferemdad, siendo un juguete roto? Tu primera respuesta es la que vale ese pensamiento de tan sólo unos segundos en tu mente consciente, esa es la respuesta correcta. La segunda es tan sólo una justificación porque la situación no sea así y sea como realmente es, tu afectada y ella sana.

Sabéis los que me vais conociendo, que le doy muchísima importancia a cómo construimos los pensamientos, de ellos se alimenta nuestra mente, y generamos actitudes concretas. "Nadie quiere juguetes rotos" es para mí una frase lapidaria que recoge realmente la auto-percepción de cómo se ve la persona afectada. Un juguete roto acaba siempre en un cajón, en la estantería más alta de todos o incluso en una caja. Pero que nadie quiera juguetes rotos es mucho más que eso, pues implica erradicar de la capacidad de decisión a la persona que cohabita con la persona afectada toda posibilidad de veracidad y credibilidad, de honestidad. Es decisión suya quedarse o irse. Y si se queda, no puedes justificar el argumento bajo ningún pensamiento, se queda contigo, no con tu enfermedad y se queda porque quiere quedarse, sin más.

Y si la decisión es de irse, estoy convencido y así se lo hago ver a todas las personas que en algún momento se vieron como juguetes rotos, que tarde o temprano, con o sin enfermedad, el amor acabaría rompiéndose. Tal vez no duela lo mismo un amor roto sin la presencia de una enfermedad, que con su existencia, pero lo que de verdad hace "sangrar al corazón" es la ruptura del amor.

Tal vez todos seamos juguetes rotos a día de hoy, porque aquello que sentimos y no podemos controlar nos hace frágiles e inseguros, el amor. Sí, somos vulnerables ante su presencia y ante su ausencia. Y necesitamos tener una respuesta, real no, sólo cuando disfrutamos de su presencia, sino también cuándo lo descubrimos su ausencia.

Y siempre, en un cajón o estantería, conservamos nuestros juguetes rotos, al menos ese del que no quieres deshacerte por estar emocionalmente vinculado a ti.

Gracias Alicia Merino por tu frase. De ella surgió esto. 




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Autor del Blog y de la entrada.
Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo General Sanitario
NICA 24045 Nº Col AO 04033.
AGDEM
Granada, España.