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lunes, 7 de enero de 2013

LA DEPRESIÓN. ASPECTOS COGNITIVOS.

A todas y todos los que piensan que puede ser que no estén bien y que acaban creyendo que realmente no se encuentran bien. A todas y todos los que tardaron, pero dieron su primer paso.

De forma muy gráfica y para poder entender lo que esta entrada os va proporcionar, definiremos cognitivo como aquel conjunto de acciones mentales, argumentos, pensamientos, etc que nuestra mente elabora en un plano superior y de la que somos conscientes a pesar de que muchas de ellas se intenten negar.

Cognitivo por tanto representa el eje mental de la persona, aquello por el que nuestra mente piensa y razona y por tanto es el conjunto de acciones mentales que realizamos cada vez que queremos interpretar algo sobre la realidad del aquí y ahora, o sobre las proyecciones de cómo serán nuestro futuro próximo o lejano e incluso, a todas aquellas acciones mentales que de nuestra memoria extraen e interpretan nuestros recuerdos del pasado.

Lo cognitivo es por tanto quizás la esencia de cada uno de nosotros, lo que nos hace humanos sobre todo aquello que nuestros sentidos nos presenta. Pero nuestro plano cognitivo no es nada sin las otras dimensiones o ejes, el plano fisiológico,  y el corportamental o conductual.

De forma que los aspectos cognitivos de la depresión son todos los mecanismos superiores que nuestra mente elabora, analiza, ejecuta e interpreta sobre el estado anímico depresivo. La literatura los recoge muy bien descritos cada uno de ellos. En esta entrada, recogeremos el primer esquema de cómo y por qué se comporta nuestra mente, o nosotros mimos, cuando paralelamente al estado de enfermedad, elaboramos un trastorno depresivo.


Quizás muchos de los lectores sigan sin creer que pedir ayuda, es el primer paso para solucionar un problema, Y no sólo eso, pues esa petición de ayuda es casi la mitad del camino y por tanto la mitad de la solución del problema.

Esto no es una "tópico" ni tampoco un "típico" sobre cómo solucionar problemas, es una realidad que a veces se tarda más de lo deseado en asumir, en descubrir y como no en ejecutar.

Pedir ayuda es quizás el primer componente cognitivo al que la persona afectada ha de enfrentarse cuando es diagnosticada de una enfermedad crónica, discapacitante y progresiva. Pero ¿por qué cuesta tanto pedir ayuda? y sobre todo ¿por qué cuesta tanto dejarse ayudar y aceptar la ayuda que se pide?

La respuesta parece caer por su propio peso, y claro, a veces que algo sea tan evidente duele más que algo que aparentemente es complejo. Pedir ayuda no es otra cosa que asumir, descubrir, asimilar, darse cuenta de que solos no podemos; y claro, hasta ahora siempre pudimos, de forma que descubrir que ahora mismo no podemos es rendirse ante el "yo ya no puedo solo" o lo que es lo mismo, "yo ya no soy el mismo". Este primer encontronazo con la argumentación cognitiva que la depresión coloca en nuestra mente, es quizás el más duro golpe que la persona ha de asumir en todo su proceso de enfermedad, pues como se ha dicho en entradas anteriores (30 de octubre de 2012. La negación 1), pues representaría la primera ruptura con la realidad vivida hasta el momento del diagnóstico.

La importancia de este descubrimiento no es otra cosa que hacerse a la idea futura de que a partir de ahora, precisaremos ayuda. Este argumento cognitivo es generador de una frustración intensa que la persona afectada terminará por incorporar a su "carácter" o personalidad y será por tanto el primer signo para los demás de que algo está pasando.

Y ¿qué significa realmente pedir ayuda?. Dos cosas principalmente. La primera, que soy yo mismo quien la precisa, y eso no es más que "por qué yo". La segunda y no por ello la menos importante, la que sugiere que el rol familiar que hasta ahora tenía la persona afectada comienza a cambiar, de forma que se pasa de ser capaz de.... a precisar de, o lo que es lo mismo, "de cuidar de los míos a que me cuiden los míos" Este nuevo rol que situa a la persona en el plano de la dependencia para... es quizás el motivo más intenso de angustía y desestructuración emocional.

Sin embargo, pedir ayuda y descubrir que por nosotros mimso, en este momento no podemos, resulta si es bien trabajado, ser el motor, la motivación, el punto de inflexión que servirá a la persona afectada a intentar salir de un estado de negatividad. Pedir ayuda será por tanto un reto que la persona vivenciará como algo que le exige a no volver a pedirla, pues aceptar que sea ayudado torpedea su autoestima y autoconcepto. Todo esto, sólo cuando hablamos de ayuda, y no de la acción sobre la que se precise la ayuda. Es decir, que pedir algo, es lo que genera todo esto, y otra cosa muy distinta es aquello sobre lo que se pide.

De forma que cuando la persona afectada pide ayuda sobre algo sencillo, ayudarle a subir a un coche por ejemplo, la frustración autopercibida se incrementa, mientras que si la ayuda fuese sobre algo complejo, la frustarción disminuye.


Pero cómo repercute pedir ayuda en el plano psíquico de la persona afectada.



























 Esta entrada recoge el primer componente cognitivo ante la primera idea básica asociada al padecimiento de las enfermedades crónicas, la petición de ayuda. La siguiente entrada reflejará cómo la persona afectada y los familiares adaptan sus recursos cognitivos y emocionales para valerse por sí mismos sin la necesidad de pedir ayuda, pero veremos igualmente cómo esta forma de actuar pasa factura que aparecerá en la mayoría de los casos de forma sorpresiva para los familiares.




Alberto José Ruiz Maresca
Psicólogo AO 4033
Granada. España
Granada a 7 de enero de 2013.
España.









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